Sal con una
 chica que lea. Sal con una chica que se gaste el dinero en libros en 
vez de en ropa. Que tenga problemas de espacio en el armario porque 
tiene demasiados libros. Sal con una chica que tenga una lista de libros
 que quiere leer y carné de la biblioteca desde los doce años. 
Encuentra
 una chica que lea. Sabrás que lo hace porque siempre llevará un libro a
 medias de leer en el bolso. Será la que mire con amor las estanterías 
de la librería, la que llora silenciosamente cuando encuentra el libro 
que quería. ¿Ves la chica rara que huele las páginas de los libros 
viejos en una librería de segunda mano? Esa es la lectora. Nunca se 
pueden resistir a oler las páginas, especialmente si están 
amarillentas. 
Es
 la chica que lee mientras está esperando en la cafetería del final de 
la calle. Si echas un vistazo a su taza, verás que la crema del café 
está flotando en la superficie porque ya está absorta, perdida en un 
mundo que el autor ha creado. Siéntate. Probablemente te mire 
fugazmente, como la mayoría de las chicas que leen no le gusta ser 
interrumpida. Pregúntale si le gusta el libro. Invítala otra taza de 
café. 
Hazle saber lo que piensas de Murakami. Comprueba si ha pasado del primer capítulo de La Comunidad del Anillo. Entiende que si te dice que entendió el Ulysses de James Joyce sólo te lo dice para sonar inteligente. Pregúntale si le gusta Alice o si le gustaría ser Alice. 
Es
 sencillo salir con una chica que lea. Regálale libros por su 
cumpleaños, por Navidad y por los aniversarios. Dale el regalo de las 
palabras, en poesía, en canciones. Regálale a Neruda, Pound, Sexton, 
Cummings. Hazle saber que entiendes que las palabras son amor. Entiende 
que ella conoce la diferencia entre los libros y la realidad, pero por 
Dios que va a intentar hacer su vida un poco como su libro favorito. 
Nunca será tu culpa si lo hace. De alguna manera tiene que intentarlo. 
Miéntele.
 Si entiende la sintaxis, entenderá que necesitas mentir. Tras las 
palabras hay otras cosas: motivaciones, valores, matices, diálogos. No 
va a ser el fin del mundo. 
Fállale.
 Porque una chica que lee libros sabe que el fracaso siempre lleva hasta
 el clímax. Porque ellas entienden que todas esas cosas tendrán un 
final. Y que siempre puedes escribir una secuela. Y que puedes empezar 
otra vez, y otra y seguir siendo el héroe. Que la vida está destinada a 
tener un villano o dos. 
¿Por
 qué estar asustado de todo lo que no eres? Las chicas que leen 
entienden que esa gente, como los personajes, evolucionan. Excepto en la
 saga Crepúsculo. 
Si
 encuentras una chica que lea, mantenla cerca. Cuando la encuentres a 
las 2 de la mañana sosteniendo un libro contra su pecho y llorando, 
hazle una taza de té y abrázala. Puedes perderla por unas cuantas horas,
 pero siempre volverá a ti. Hablará como si los personajes del libro 
fuesen reales, porque durante un rato, siempre lo son. 
Te
 declararás en un globo aerostático. O durante un concierto de rock. O 
casualmente la próxima vez que esté enferma. Por Skype. 
Sonreirás
 con tantas ganas que te preguntarás por qué tu corazón no ha explotado y
 la sangre no está corriendo ya por tu pecho. Escribirás la historia de 
vuestra vidas, tendréis hijos con nombres extraños y gustos aún más 
extraños. Les presentará a vuestros niños al Gato Garabato y a Aslan, 
quizá el mismo día. Pasaréis los inviernos de vuestra vejez juntos y 
ella recitará a Keats en voz baja mientras te sacudes la nieve de las 
botas. 
Sal
 con una chica que lea porque te lo mereces. Te mereces una chica que 
pueda darte la vida más colorida imaginable. Si sólo puedes darle 
monotonía y horas aburridas y compromisos a medias, entonces estás mejor
 solo. Si quieres el mundo y los mundos que hay más allá, sal con una 
chica que lea. 
O mejor aún, sal con una chica que escriba. 
No hay comentarios:
Publicar un comentario