miércoles, 27 de mayo de 2015

CUMPLEAÑOS NÚMERO 13

Voy a cumplir 13 años. Una semana antes de que suceda, el tío Paco pregunta a cada rato la manera en que quiero celebrarlo. Aparece junto a mi cama, en la mesita de noche, todas las mañanas, una notita escrita que va diciendo: "¡Faltan siete días!",  "¡Faltan seis días!", "¡Faltan cinco días!" . Parece que anunciara el despegue de una espectacular misión espacial hacia la Luna o el lanzamiento de un nuevo refresco que todo el país está esperando. Creo que el tío está intentando hacerme feliz, me queda claro; pero, sobre todo, intenta que me quite la pesadumbre ésa, la amarga y dolorosa que no acaba de abandonarme desde que mis padres murieron. 

Los niños son (¿somos?) crueles. En pleno partido de fútbol en la escuela, y ante una entrada que, confieso, hice con demasiada fuerza sobre el tobillo de un rival, sin mala fe, sólo llevado por la emoción del encuentro, el compañero, tirado en el suelo, exagerando un poco sus muecas de dolor, me miró directamente a los ojos, mientras yo le extendía una mano para que se levantara y me gritó: "¡Huérfano!"

Me quedé inmóvil, pensando en cuál insulto doblemente poderoso y contundente responderle. Pero me quedé callado. No era un insulto en regla, más bien, describía mi actual condición. Era como llamar ciego a un ciego, cojo a un cojo o  sordo a un sordo, aunque este último no pudiera oírlo. Pero me dolió. No por la palabra, más bien por su irreversibilidad. Puedes dejar de ser serio si te operan la vista; usar muletas o una prótesis para caminar, en caso de que te falte una pierna; tener un aparato de ésos de pequeñísimas pilas para escuchar. Pero la muerte no tiene marcha atrás. Es cierto que alguien puede adoptarte y volver así a tener padres. Pero padres adoptivos. No me parece que sea igual. 

Tengo un amigo adoptado que se llama Wolfgang, como Mozart. Es moreno y lo llamamos Wolf, lobo en inglés. A él le gusta, se siente como comando de misiones especiales o jefe de una tribu apache. Cada vez le dice su nombre completo lo corrige inmediatamente: "Wolf, me llamo Wolf". 

El caso es que Wolf sostiene que es exatamente lo mismo ser adoptado o no. Incluso, que muchos adoptados son más queridos porque fueron elegidos, mientras que los que salen del vientre materno son simplemente queridos por ese motivo. "Piénsalo -me dice-. Mi mamá siempre dice que el día en el nos encontramos por primera vez, nos quedamos viendo fijamente a los ojos y los dos, al mismo tiempo, dijimos, sin decirlo, "¡Somos el uno para el otro!" En cambio, los hijos que nacen de padres "naturales", aunque no sean el uno para el otro, se jodieron y tienen que aguantarse para siempre, quieran o no quieran al otro."

No le faltaba razón . Conozco a más de uno que le tocaron en suerte unos padres malísimos de malolandia; de esos que no están nunca o que lo dejan encargado con cualquiera, y generalmente "cualquiera" no tiene idea de cuáles son los sueños, las necesidades y los deseos de los niños. A mí me tocó el premio mayor de la rifa: el tío Paco. Ése que pone en la mesita el recordatorio de los días que faltan para que cumpla trece, como si fuera un suceso que mereciera salir en la televisión, en el noticiero de las diez, como noticia exclusiva. 
Si fuera judío me haría un Bar Mitzbá, dice  el tío Paco. Sólo que no es día exacto del cumpleaños, sino un día después. Es cuando los niños judíos dejan de ser niños y se convierten en adultos. A los trece años y un día exactamente. Debe ser un número muy importante, porque también a los trece, los niños masai, esa tribu de guerreros africanos altos, fuertes y valientes, salen a dar su "largo viaje". Pasan  una semana solos en la selva o en el desierto, no me queda muy claro, son comida ni agua, sólo con una lanza, y tienen que sobrevivir. Cuando regresan a la aldea ya son adultos. Me parece que pasa lo mismo con algunos muchachos de Australia, los aborígenes de ahí. Leí que la palabra "aborigen"  viene del latín y significa "desde el origen", o sea, estaban allí, en su mundo, antes de que llegaran los colonizadores europeos y les hiciera la vida de cuadritos. Entre algunas tribus originarias de Norteamerica, que no "indios", porque ésos son de la India, al llegar a la adultez, su cabeza es coronada por una pluma de halcón. 

El caso es que voy a cumplir trece años y, por lo visto, se necesita algún ritual que marque claramente que dejaré de ser niño para convertirme en adulto. 

Pero no soy judío, ni masai, ni aborigen australiano, así que no tengo ni idea de qué va a pasar, o que se le ocurrirá a mi tío Paco. Porque si algo tiene el tío Paco, son ideas. Algunas divertidísimas y otras, incluso, un poco peligrosas. 

Dentro de mí hay una especie de confusión confusa. Voy a ser adulto, pero la verdad, me siguen encantando algunas cosas que parecería que son de niños: las canicas de colores, los álbumes de estampas, las paletas heladas, las caricaturas en la televisión. Y algunas que son de adulto, como Roxana, la baraja española, los noticieros, , y sobre todo, los libros. 

Los mejores: Sandokán y los tigres de la Malasia y El corsario negro de Salgari; La Vuelta al Mundo en 80 días y De la Tierra a la Luna de Julio Verne; El Conde de Montecristo y Los Tres Mosqueteros de Alejandro Dumas. Ahora mismo estoy leyendo El Diario de Ana Frank, que, obviamente es de Ana Frank

Dice el tío Paco cosas maravillosas sobre los libros, y lo apunté exactamente como lo dijo para no olvidarlo nunca: "Tabla para el náufrago, escudo para el bueno y horca para el ruin, paraguas para el sol y la lluvia, capote de torero, ladrillo que hace paredes que hace casas que hace ciudades que hace mundos. El libro es jardín que se puede llevar en el bolsillo, nave espacial que viaja en la mochila, arma para enfrentar las mejores batallas y afrentar a los peores enemigos, semilla de libertad, pañuelo para las lágrimas. El libro es cama mullida y cama de clavos, el libro te obliga a pensar, a sonreír, a llorar, a enojarte ante lo injusto y aplaudir la venganza de los justos. El libro es comida, techo, asiento, ropa que me arropa, boca que besa mi boca. Lugar que contiene al universo."

Me gusta lo que dice y cómo lo dice. El libro es uno de mis dos mejores amigos. El otro, por supuesto, es el tío Paco. 

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