viernes, 21 de noviembre de 2014

EL BUSCADOR. Jorge Bucay

Esta es la historia de un hombre al que yo definiría como un buscador...

Un buscador es alguien que busca; no necesariamente alguien que encuentra. Tampoco es alguien que, necesariamente, sabe qué es lo que está buscando. Es simplemente alguien para quien su vida es una búsqueda.

Un día, el buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de Kammir. Había aprendido a hacer caso riguroso de estas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo. Así que lo dejó todo y partió.

Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos, divisó, a lo lejos, Kammir. Un poco antes de llegar al pueblo, le llamó mucho la atención una colina a la derecha del sendero. Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores encantadores. La rodeaba por completo una especie de pequeña valla de madera lustrada. Una portezuela de bronce lo invitaba a entrar. De pronto, sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en aquél lugar. El buscador traspasó el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como al azar, entre los árboles. Dejó que sus ojos se posaran como mariposas en cada detalle de aquel paraíso multicolor. Sus ojos eran los de un buscador, y quizá por eso descubrió aquella inscripción sobre una de las piedras:
Abdul Tareg, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días

Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que aquella piedra no era simplemente una piedra: era una lápida. Sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en aquel lugar. Mirando a su alrededor, el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado también tenía una inscripción. Se acercó a leerla. Decía:
Yamir Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas

El buscador se sintió terriblemente conmocionado. Aquel hermoso lugar era un cementerio, y cada piedra era una tumba.Una por una, empezó a leer las lápidas. Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto. Pero lo que lo conectó con el espanto fue comprobar que el que más tiempo había vivido sobrepasaba apenas los once años... Embargado por un dolor terrible, se sentó y se puso a llorar.

El cuidador del cementerio pasaba por allí y se acercó. Lo miró llorar durante un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar.

- “No, por ningún familiar”, dijo el buscador. “¿Qué pasa en este pueblo? ¿Qué cosa tan terrible hay en esta ciudad? ¿Por qué hay tantos niños muertos enterrados en este lugar? ¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente, que les ha obligado a construir un cementerio de niños?”

El anciano sonrió y dijo:

- "Puede usted serenarse. No hay tal maldición. Lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré...: cuando un joven cumple quince años, sus padres le regalan una libreta como esta que tengo aquí, para que se la cuelgue al cuello. Es tradición entre nosotros que, a partir de ese momento, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abre la libreta y anota en ella:

A la izquierda, qué fue lo disfrutado... A la derecha, cuánto tiempo duró el gozo...

Conoció a su novia y se enamoró de ella. ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla? ¿Una semana? ¿Dos? ¿Tres semanas y media...?Y después, la emoción del primer beso, el placer maravilloso del primer beso...¿Cuánto duró? ¿El minuto y medio del beso? ¿Dos días? ¿Una semana?¿Y el embarazo y el nacimiento del primer hijo...?¿Y la boda de los amigos?¿Y el viaje más deseado?¿Y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano?¿ Cuánto tiempo duró el disfrutar de estas situaciones?¿Horas? ¿Días?

Así, vamos anotando en la libreta cada momento que disfrutamos... Cada momento.

Cuando alguien se muere, es nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado para escribirlo sobre su tumba. Porque ese es para nosotros el único y verdadero tiempo vivido".

viernes, 7 de noviembre de 2014

Café con letras.

Yo no tengo muchos amigos, de los pocos que tengo, ninguno es realmente apasionado de la literatura, al menos no como a mi me gustaria, y aunque soy tolerante y siempre trato de ayudarlos a avanzar, hasta cierto punto, claro, no es duficiente. La única chica con la que podía hablar durante horas hasta hartarnos una de la otra, se fué hace ya más de un año, a lo que a mi me parece, el otro lado del mundo, (en realidad solo son 6 horas en avión), sin embargo, ya que aún soy menor, y según mis padres incapaz de cuidar de mi mi misma en un viaje sola, no la he visto desde hace mucho tiempo, y aunque los medios de comunicación son de gran ayuda, en absoluto es lo mismo.

Ya que mi vida social es bastante limitada, salgo sola, y estoy sola muchisimo tiempo, a mi realmente no me importa estar sola, o salir a algún lado yo sola (no entiendo a la gente que no puede ni ir al baño sola, pero bueno, allá ellos), de hecho, disfruto la soledad, las repentinas conversaciones con mi papá acerca de diversos temas desde política a literatura, pasando por diferentes ciencias, son realmente estimulantes, sin embargo, no es suficiente, a veces no es suficiente.

Cuando no es suficiente, empiezas a sentir un vacio, oscuro y profundo, no especialmente doloroso, pero si lo suficiente para que sientas lo aplastante de no tener nadie que pueda comprender aunque sea un poco, todo lo que piensas.

Mis pensamientos no son normales, no son de una chica de 16 años, simplemente no lo son, no lo digo con orgullo o con presunción, simplemente creo que es bastante un hecho (porque no creo que toda mi familia, mis padres, mis compañeros y mis maestros esten todos equivocados), sin embargo, no puedo mantenerme todo mi vida con todo ese revoltijo en mi mente, no sin poder sacarlo de algún modo.

Café con letras llegó a mi justo en el momento en que tenía una de mis fases de depresión/crisis existencial a través de mi papá (quien también me introdujo al marivillosamenete asombroso mundo de la literatura).

Café con letras significa alguien con quien hablar, alguien que respete todo lo que digo, alguien que me diga si me equivoco de manera amable. Significa no sentirme <<sola>>, saber con certeza que no soy la única chica extraña o rara (no sé si es la palabra correcta, pero hasta ahora, desde que tengo 12 años, me han llamado así, sooo anyways), me he dado cuenta de que existe gente mas rara que yo -y mira que eso está díficil-.

Café con letras significa amigos, buen café, una sonrisa cálida, y respuestas a mis miles de preguntas, y laaaaaaaaargas discusiones sobre, literalmente, cualquier cosa discutible, en serio, porque cuando las diferentes personas -bastante extrañas, por cierto-que aquí tiene cabida, entran en carrera, ni quien los pare. Muchas veces, solo dicen una gran sarta de tonterias, chucherias, y otras cosas más terminadas en -rias-. De todos modos, algunas de esas veces, estas maravillosas y especiales personas logran dar con cosas realmente ciertas, grandiosas y sorprendentes, verdaderas cuestiones filosoficas de hecho.

Café con letras es maravilloso, divertido, sorprendente, y tosos los adjetivos calificativos positivos que le puedas dar, te enriquece y te llena, te hace sentir bien, no te deja opurtunidad para sentirse solo.

Quiero muchisimo a todas esas personas, por pocas que sea, por raras que sean, mil gracias, por no dejarme, por hacerme desear seguir con más fuerza de lo que planeaba, gracias por el café, por las sonrisas y por los buenos momentos.

Gracias.

Mayo.