viernes, 27 de marzo de 2015

POEMA XV. PABLO NERUDA

Me gustas cuando callas porque estás como ausente, 
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca. 
Parece que los ojos se te hubieran volado 
y parece que un beso te cerrara la boca. 

Como todas las cosas están llenas de mi alma 
emerges de las cosas, llena del alma mía. 
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma, 
y te pareces a la palabra melancolía. 

Me gustas cuando callas y estás como distante. 
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo. 
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza: 
déjame que me calle con el silencio tuyo. 

Déjame que te hable también con tu silencio 
claro como una lámpara, simple como un anillo. 
Eres como la noche, callada y constelada. 
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo. 

Me gustas cuando callas porque estás como ausente. 
Distante y dolorosa como si hubieras muerto. 
Una palabra entonces, una sonrisa bastan. 
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

jueves, 26 de marzo de 2015

POR FALTA DE PALABRAS. Haruki Murakami.

Una bella mañana de abril, por una estrecha callejuela de Harajuku, el barrio de moda, pasé junto a la chica 100% perfecta.
A decir verdad, no es tan bonita. No se destaca de ninguna forma. Su ropa no es nada especial. Su cabello está todavía despeinado de recién haberse levantado. Tampoco es joven, - debe estar cerca de los treinta, no está ni cerca a ser una "chica” propiamente dicha. Aún así, lo sé a cincuenta yardas de distancia: es la chica 100% perfecta para mí. Del momento que la vi, está este estruendo en mi pecho, y mi boca está tan seca como un desierto.
Quizás tengas tu propio y particular tipo de chica favorita - una de tobillos delgados, digamos, o de ojos grandes o dedos bonitos, o te gustan, por ningún motivo en especial, las chicas que se toman su tiempo al comer. Yo tengo mis preferencias, claro. A veces en un restaurant me sorprendo a mí mismo observando a la chica de al lado porque me gusta la forma de su nariz.
Pero nadie puede empeñarse en decir que su chica 100% perfecta corresponde a algún tipo preconcebido. A pesar de que me gustan tanto las narices, no puedo recordar la forma de la suya - o siquiera si tenía una. Todo lo que puedo recordar con seguridad es que no era una gran belleza. Esto es raro.

“Ayer en la calle pasé junto a la chica 100%”, le conté a alguien.
--“¿Sí?”-- dijo. --“¿Bonita?”
“En realidad, no”
--“Tu tipo favorito, ¿entonces?”
“No lo sé. Al parecer no puedo recordar nada de ella - la forma de sus ojos o el tamaño de sus pechos.”
--“Extraño.”
“Sí. Extraño.”
--“Bueno, de todos modos,”-- dijo, empezando a aburrirse ---“¿qué hiciste? ¿le hablaste? ¿la seguiste?”
“Nada. Sólo pasar junto a ella en la calle.”

Ella está pasando de este a oeste, y yo de oeste a este. Es en verdad una bella mañana de abril.
Desearía poder hablar con ella. Media hora sería suficiente: solo preguntarle acerca de ella, contarle acerca de mí, y - lo que realmente me gustaría hacer - explicarle las complejidades del destino que nos llevó a pasar uno junto al otro en una calleja de Harajuku una bella mañana de abril en 1981. Seguramente estaría llena por completo de cálidos secretos, como un reloj antiguo construido cuando la paz llenó el mundo.
Después de hablar, almorzaríamos en algún lado, tal vez veríamos una película de Woody Allen, nos detendríamos en el bar de un hotel por cocktails. Con un poco de suerte, terminaríamos en la cama.

La potencialidad toca a la puerta de mi corazón.
Ahora la distancia entre nosotros ha disminuido a quince yardas.
¿Cómo puedo abordarla? ¿Qué debería decir?

“Buenos dias señorita. Cree usted que podría concederme media hora para una pequeña conversación?”

Ridículo. Suena como a un vendedor de seguros.

“Disculpe, ¿sabe usted si hay alguna lavandería de turno en el vecindario?”

No, esto también es ridículo. No estoy llevando nada para lavar, para empezar. Quien se creería un cuento como ese?
Tal vez la simple verdad lo logre: “Buenos dias. Eres la chica 100% perfecta para mí.”

No. Ella no lo creería. O aunque lo hiciera, ella podría no querer hablar conmigo. --"Disculpa"--, ella podría decir, --"yo puedo ser la chica 100% perfecta para tí, pero tú no eres el chico 100% para mí"--. Podría pasar. Y de encontrarme en esa situación, probablemente me derrumbaría. Nunca me recuperaría del golpe. Tengo treinta y dos, y de esto se trata el hacerse viejo.
Pasamos frente a una florería. Una pequeña, cálida masa de aire toca mi piel. El asfalto está húmedo y a mí llega el aroma de las rosas. No puedo decidirme a hablarle. Ella lleva un suéter blanco, y en su mano derecha lleva un delicado sobre blanco, con solo una estampilla. Entonces: ella le ha escrito una carta a alguien, tal vez se pasó toda la noche escribiendo, a juzgar por el cansancio en su mirada. El sobre podría contener todos y cada uno de los secretos que alguna vez guardó.
Doy unos cuantos pasos más y me doy vuelta: Ella se ha perdido en la muchedumbre.
Ahora claro, ya sé exactamente lo que debería haberle dicho. Podría haber sido un largo discurso, aunque, aún más largo para mí el expresarlo adecuadamente. Las ideas que se me ocurren nunca son muy prácticas.
O, bien: habría comenzado con un "Había una vez" y terminado con un "Una historia triste, no crees?"

Había una vez un chico y una chica. El chico tenía dieciocho y la chica dieciséis. Él no era precisamente apuesto, y ella no era especialmente hermosa. Ellos eran solamente un chico solitario ordinario y una ordinaria chica solitaria, como todos los demás. pero ellos creían con todo el corazón que en algún lugar del mundo vivía el chico 100% perfecto y la chica 100% perfecta para ellos. Si, ellos creían en un milagro. Y ese milagro realmente sucedió.

Un dia los dos se llegaron a encontrar en la esquina de una calle.

"Esto es asombroso," dijo él. "Te he estado buscando toda mi vida. Puede que no creas esto, pero tú eres la chica 100% perfecta para mí."
"Y tú," le dijo ella, "eres el chico 100% perfecto para mí, exactamente como te había imaginado en cada detalle. Es como un sueño."
Se sentaron en la banca de un parque, se tomaron de las manos, y se contaron sus historias hora tras hora. Ya no estaban solos. Habian encontrado y habían sido encontrados por su otro 100% perfecto. Que maravilloso es, encontrar y ser encontrado por tu otro 100% perfecto. Es un milagro, un milagro cósmico.
Mientras se sentaban y hablaban, sin embargo, una pequeña, pequeñísima astilla de duda se incrustaba en sus corazones: ¿estaba realmente bien que los sueños de uno se hagan realidad tan fácilmente?
Y entonces, cuando hubo un momento de pausa en su conversación, el chico le dijo a la chica, “Probémonos, solo una vez. Si realmente somos los amantes 100% perfectos uno del otro, entonces alguna vez, en algún lugar, sin duda nos volveremos a encontrar. Y cuando eso pase, y sepamos que somos 100% perfectos el uno para el otro, nos casaremos ahí mismo. ¿Qué te parece?”
"Sí," dijo ella, "Eso es exactamente lo que debemos hacer."
Y así partieron, ella al este, y él al oeste.
Sin embargo, la prueba a la que accedieron era completamente innecesaria. Nunca debieron tomarla, porque eran realmente los amantes 100% perfectos uno del otro, y había sido un milagro el que se hayan llegado a encontrar. Pero era imposible para ellos saber esto, jóvenes como eran. Las frías, indiferentes olas del destino procedieron a sacudirlos sin misericordia.
Un invierno, ambos, el chico y la chica cayeron víctimas de la terrible gripe de la temporada, y después de haber estado debatiéndose entre la vida y la muerte durante semanas, perdieron la memoria de sus años anteriores. Cuando se recuperaron, sus cabezas estaban tan vacías como la alcancía del joven D. H. Lawrence.
Ellos eran sin embargo, dos brillantes y decididos jóvenes, y gracias a sus continuos esfuerzos fueron capaces de obtener nuevamente el conocimiento y los sentimientos que los calificaron para volver como personas de bien a la sociedad. Gracias al cielo, se convirtieron verdaderamente en ciudadanos comunes que sabían como pasar de una linea de subterráneo a otra, que eran completamente capaces de enviar una carta por correo especial en la oficina postal. De hecho, llegaron a experimentar nuevamente el amor, a veces tanto como un 75% o hasta un amor al 85%.

El tiempo pasó con una rapidez pasmosa, y pronto el chico tenia 32, la chica 30.

Una hermosa mañana de abril, en busca de una taza de café para empezar el día, el chico estaba caminando de oeste a este, mientras que la chica, con la intención de enviar una carta por correo especial, iba caminando de este a oeste, pero por la misma estrecha calle en el vecindario de Harajuku en Tokio. Ellos pasaron uno junto al otro en el mismo centro de la calle. El destello mas debil de sus recuerdos perdidos brilló tenue por un instante en sus corazones. Cada uno sintió un estruendo en su pecho. Y ellos lo supieron:

Ella es la chica 100% perfecta para mí.
Él es el chico 100% perfecto para mí.

Pero la luz de sus recuerdos era ya muy débil, y sus pensamientos ya no tenían la claridad de hace catorce años. Sin una palabra, pasaron uno junto al otro, desapareciendo entre la muchedumbre.

Para siempre.

RAYUELA. CAPITULO 7

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

     Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.



JULIO CORTÁZAR

LOS GUERREROS ROJOS


Este era un Guerrero. Iba a donde quiera que hubiera una batalla, era su alma, su fuerza, su esencia. Siempre luchando, inalcanzable, inagotable, cientos de historia se contaban en torno a él: descendía de los dragones o de las serpientes aladas, tenía sangre de demonio, era inmortal, su padre era uno de los dioses, pero nadie sabía en realidad nada sobre él.

Iba a los campos de batalla y luchaba conforme le distaba su instinto, poco le importaba quienes eran los enemigos o quienes luchaban a su lado. Tan solo le importaba la batalla, el calor, la excitación. Pero una noche, parada sobre una pila de cadáveres, divisó una silueta recortándose contra la tenue luz lunar, la batalla había sido especialmente sangrienta, así que la figura de aquel muchacho delgado lo tomó por sorpresa. Envainó la gran espada, colgó su escudo en las anchas espaldas y se acercó, le sorprendió aún más verlo totalmente ileso.

El Guerrero observó al chico atentamente mientras este se colgaba dos largas espadas en la espalda. Se volteó. Cruzaron miradas, y sin una palabra, se encaminaron juntos hacia el horizonte resplandeciente.

Anduvieron juntos durante cinco inviernos, ambos eran tan callados que en las tranquilas tardes en las que se sentaban en el campo viendo hacia la blanca llanura, ni siquiera el viento se atrevía a perturbar su silencio.

Cazaban, iban a los campos de batalla, y con un dejo inhumano, mataban a todos sus oponentes: el Guerrero con ojos y espada como fuego y el muchacho con ojos de hielo y espadas invisibles.

Sin embargo, hubo algo lo suficientemente fuerte para que esa inhumana tranquilidad se fuera.

La princesa bárbara sostenía un gran libro en su regazo y asentía para sí. De repente, un mensajero entró a la gran sala. El Reino del Este, que tenía por rey a un humano especialmente sanguinario les había declarado la guerra, y se encontraba en los límites mismos del Reino.

Axis escuchó atentamente, cuando terminó, se levantó y con una silenciosa orden, varios bárbaros aparecieron de entre las sombras.

-Llamad a todos. Preparaos.

A la mañana siguiente todos los guerreros estaban de pie ante Anix, esta, a lomos de un caballo negro como el abismo, y con las armas a punto, inició la marcha hacía las fronteras.

La batalla comenzó. Axis, al frente, arremetió con todas sus fuerzas guiando a su ejército. Cortaba cuellos con sus largos cuchillos y daba muerte constante con flechas certeras. Al cabo de un rato, ningún enemigo osaba a acercársele.

Entonces lo vio, dos largas espadas rápidas y certeras, cortando todo lo que estuviera cerca. Ágil y feroz. Al parecer luchaba de su lado.

Al lado de él, un hombre mayor, luchaba con una furia intensa y contenida.

Al verla distraída, un enemigo la derribó del caballo. Reaccionó rápido. Un corte limpio.

Al cabo de un rato, los enemigos se retiraron viéndose reducidos a menos de la mitad.

Los bárbaros lanzaron gritos de triunfo al aire.

Anix se acercó a los guerreros. El menor era como de su edad, se fijó en su expresión ceñuda. Era hermoso. Despedía una frialdad oscura.

El mayor era todo fuego, un guerrero llamado Kurlsor. Había crecido oyendo historias sobre él.

-Es un honor combatir a su lado-Dijo Anix con voz suave- Yo soy Anix, gobernante de Ikrar, como muestra de mi agradecimiento, os invito a comer y beber en mi mesa, en el castillo.

-No hemos luchado del lado de nadie- Respondió Kurlsor- Luchamos solo por nosotros.

-Aun así, han ayudado a mi causa

-Aceptaremos la invitación, dado que es la princesa misma quien la hace-Dijo Kurlsor

Regresaron al castillo.

Anix los recibió con extrema cortesía, nunca hablaba con ellos, pero al cabo de dos semanas se presentó ante Kurlsor.

-Quisiera batirme en duelo contra usted.

-Solo lucho a muerte princesa- Respondió Kurlsor

-Yo también

-¿Cómo puede estar tan segura?

-Soy la mejor entre todos en este Reino, y en el Reino del Norte y el Este, y el Oeste. Cuando lo supere, nadie jamás osará desafiarme.

-No combato en duelos, solo en grande Batallas, pero si quiere probarse, pelee contra Ian.

-¿Ian?- preguntó desconcertada.

-El muchacho que viaja conmigo, al igual que usted, se ha ganado las correas rojas, hablad con él.

Encontró a Ian en uno de los patios traseros. Estaba oscuro y lleno de maleza salvaje y oscura. Este ni siquiera se movió.

-Te reto a un duelo Ian- dijo Anix con voz grave.

El muchacho no se inmutó.

-Contigo podré pelear y probarme frente a aquellos que aún se atreven a desafiarme

-Pruébate con ellos entonces- Respondió Ian con voz seca

-No se atreven a desafiarme abiertamente.

-Desafíalos tú entonces.-

-No lo merecen, en cambio tú llevas las correas rojas. Solo los mejores guerreros las portan-

-Solo peleo a muerte- Dijo Ian con voz afilada

-Igual yo-

La semana siguiente, mientras Anix se ajustaba las cintas a su delgada figura, Ian la esperaba en medio de la plaza mayor con la camisa al aire y las espadas en las largas manos.

La vio acercándose, majestuosa y orgullosa, grácil, y sintió como si viera por primera vez, y por un momento, la oscuridad se fue de su corazón. Se admiró de la belleza de la princesa bárbara.

Comenzaron a luchar, e Ian olvidó todo excepto la batalla en la que se encontraba.

Verlos luchar era como ver a dos dragones en una batalla tan vieja como el mundo, una lucha legendaria y sorprendente. Los bárbaros no se atrevías ni siquiera a parpadear.

Un mandoble. Una estocada. Podían oír sus corazones. Finta y luego ataque. Defensa, dos pasos atrás. Otro ataque. Cada vez más cerca. Embestida. Axis en el suelo. Desarmada y humillada. Las espadas de Ian en su delicado cuello desnudo. Presionando cada vez más. Tan cerca de la victoria. Otro contrincante derrotado.

Pero la miró. Y sus brazos, y su boca y sus ojos y su alma y todo su ser dejaron de pertenecerle.

Sin una palabra, retiró las espadas, dio media vuelta, y se fue.

Axis jamás se había sentido tan débil, tan impotente y el sentimiento la asqueó, llena de enojo, se paró y se encerró en el castillo.

Mientras tanto, Ian tomaba una decisión.

Se quedó en el reino durante unos meses más. Acercándose a Anix poco a poco, luchando junto a ella, cubriéndola, y el frío y la oscuridad en sus ojos iba desapareciendo.

Le declaró su amor.

Anix aceptó, y sonriendo tontamente, disimulando su odio y rencor, se casó con Ian.

Este le cantó canciones hermosas capaces de hacer llorar a los más recios guerreros.

Pero Anix se mantenía imperturbable.

Le regaló flores y mató en su nombre.

La princesa bárbara acumulaba más odio cada día que lo veía.

Ian perdió el frío y la oscuridad, y aquello por lo que Anix alguna vez había sentido respeto.

Durante tres primaveras la princesa bárbara encerró su odio, su furia y su rencor en lo más recóndito de su alma.

Y una noche, sin aguantarlo más, mientras Ian dormía profundamente a su lado, lo pinchó con una aguja finísima impregnada con el más mortal de los venenos.

Pero de alguna forma, Ian sobrevivió y se sumergió en el más profundo y silencioso sufrimiento.
}
El reino esperó largo tiempo, pasaron meses, y aunque el corazón de Ian seguía latiendo, sabían que jamás despertaría. Anix guardó luto por él. Fingiendo dolor y amor, cosas que jamás había sentido.
Kurlsor volvió al reino al enterarse del estado de Ian. Volvió en silencio, en las sombras. Y cuando lo vio, tendido en las sábanas, sintió que el corazón que no sabía que tenía se le partía en pedazos.

Encontró a Anix en el mismo patio en el que esta había retado a Ian tiempo atrás.

Observó con atención a la llorosa viuda. No dijeron una sola palabra. Pero Kurlsor lo entendió.
Desesperado y roto de dolor, el Guerrero emprendió un viaje hacía los confines mismos del mundo, donde ni los más locos se atrevían a ir.

Decían que el gran mago Qüerbark vivía ahí, en lo más profundo del bosque, decían que las hadas y los silfos vivían ahí, que aún quedaban unicornios vivos en ese bosque, pero Kurlsor no encontró nada de esto, era como si el bosque mismo le dejara pasar, sin revelar el más mínimo de sus secretos. El mago se presentó ante él cuando este llevaba ya varias semanas de viaje. Lo estaba esperando, pero no tenía nada que lo pudiera ayudar. El veneno había infectado su alma ya, era demasiado tarde para Ian.

Pero si había algo que podía hacer.

El Guerrero regresó al reino de Anix, desesperanzado, con el fuego apagado, ahora, solo había hielo y tinieblas.

La encontró en la sala del trono, sola.

-¿Al fin aceptarás mi reto?- Preguntó ella con voz ronroneante.

Sin una palabra, Kurlsor sacó su espada. Anix tomó sus armas, y con una sonrisa en la cara, lo atacó.
Lucharon con furia, con odio. Esta vez no había espectadores, solo ellos dos, y estaban igualados.
Anix arremetía con todo su rencor, sus largos cuchillos apenas rozando la piel del Guerrero, buscando huecos en su defensa, este, ponía toda su fuerza en cada estocada, haciendo que ella retrocediera cada vez más. La acorraló contra su propio trono, la desarmó; pero Anix le dio una patada en el pecho que lo hizo retroceder, ella se descolgó el largo arco de la espalda, el Guerrero cerró los ojos un momento y cuando los abrió, con una sonrisa siniestra en el delicado rostro, Anix disparó.

La flecha atravesó el corazón del Guerrero. Pero se mantuvo en pie, y con un grito salvaje, ensartó a la princesa bárbara en su poderosa espada.

Aún con una expresión de desconcierto en el rostro, Anix cayó al suelo.

El Guerrero se apresuró a la habitación del muchacho. La fuerza lo abandonaba. Se quitó la flecha dorada del pecho. Subió el último peldaño y dejando un rastro de sangre llegó junto a Ian.

Se sacó el cuchillo del cinto.

-Ave Atque Vale 1 Guerrero- Dijo mientras lo hundía en el corazón del muchacho.

Las palabras de despedida que los grandes guerreros escuchaban antes de morir resonaban en los oídos de Kurlsor cuando este cayó al suelo, y por un terrible momento solo sintió dolor.

El Gran Guerrero de Fuego tomó el cuchillo ensangrentado en las poderosas manos, y con su último aliento, lo enterró en su corazón.








Este cuento es de mi autoría. Por favor dejen sus comentarios sobre él. 

miércoles, 11 de marzo de 2015

Soledad

Estoy en medio del salón de clases. Ruidos a mi alrededor, no tienen sentido. Un montón de cuerpos sin rostro.

Detengo la mirada en un grupo de chicas que solían ser mis amigas. Ríen fuerte sobre alguna estupidez, atoradas en su pequeño mundo, un montón de borregos que siguen a los demás, sin pensamientos propios, sin ideas, vacías, superficiales, ignorantes; pero entonces, si es así, si son solo un montón de borregos más, ¿porqué lucen más felices que yo?. ¿porqué se ríen más?

Creo que tiene que ver con la ignorancia, con la ceguera permanente con la que nacemos todos y que solo se quita bajo ciertas circunstancias; porque todas las personas que conozco que se han liberado de esa terrible ceguera, aunque buenas personas, aunque inteligentes, aunque faltos de ignorancia (no hay que olvidar que todo el mundo la tiene, pero es una de esas cosas contra las que puedes luchar), tienen esa mirada ligeramente melancólica, incluso triste a veces, el mundo no es bonito, está lleno de cosas mucho sufrimiento, y todas estas personas consientes de ello, tienen una herida en lo más profundo de su alma, en su corazón, una herida que no va a cerrar, no hasta que el mundo entero cambie.

Me pregunto si sería más feliz con la ceguera. No lo sé. No me arrepiento de quién soy, de cómo soy o de lo que sé. Es solo que a veces, me gustaría tener amigos, reír a carcajadas todos los días. ahuyentar la oscuridad que ya hace tiempo se instaló en mi corazón, que me hace llorar de frustración cada vez que pienso en ello. A veces, me gustaría sentirme menos sola.

viernes, 23 de enero de 2015

Citas sobre la lectura.

Leer es contemplar una tarde otoñal, la hoja que cae y regresa a la rama vuelta mariposa. 

Soseki


Al leer nos metemos por un instante en el incendio que ocurre dentro de la piel de otra persona.

José Gordon

El poder indeterminado de los libros es incalculable. Es indeterminado precisamente porque el mismo libro, la misma página, puede tener efectos totalmente dispares sobre sus lectores. Puede exaltar o envilecer; seducir o asquear; apelar a la virtud o a la barbarie; magnificar la sensibilidad o banalizarla. De una manera que no puede ser más desconcertante, puede hacer las dos cosas, casi en el mismo momento, en un impulso de respuesta tan complejo, tan rápido en su alternancia y tan híbrido, que ninguna hermenéutica, ninguna psicología puede predecir o calcular su fuerza. 

Georges Steiner

Ponerse a leer significa prepararse para atrapar una voz que va a surgir cuando menos lo esperes. Una voz que se deja oír desde un lugar imprevisto, más allá del libro, más allá del autor, más allá de la escritura: viene desde lo que no se ha dicho, desde eso que el mundo todavía no ha formulado sobre sí mismo porque no tenía palabras para decirlo.

Italo Calvino 

Hay dos tipos de lectores: los que cuidadosamente pasan a través de un libro, y los que con igual cuidado dejan que el libro pase a través de ellos. 

Douglas Jerrold

El único consejo sobre la lectura que una persona le puede dar a otra es no seguir ningún consejo; que siga solo sus instintos, use su razón y llegue a sus propias conclusiones. 

Virginia Woolf

Si le quitas la ironía a la lectura perderá de golpe toda disciplina y toda sorpresa. 

Harold Bloom

En la infancia todos los libros contiene presagios, nos señalan el futuro, y como la adivinadora que en las cartas vislumbra un largo viaje o el peligro de morir ahogados, los libros influyen en nuestro destino. 

Graham Greene

Leo para dormir en otra parte y regresar al día siguiente, si puedo o cuando pueda, meses o años después. Leo para dejar que un desconocido invente mis recuerdos, para hacer amigos de nuevos personajes imaginarios y tener las aventuras de las que me siento digno o capaz, por lo menos mientras llego a la última página. 

Enzo

Leer es encontrar recámaras secretas en el fondo de uno mismo, hacer como si uno se encerrara en ellas para abrir ventanas, para desear la frescura de las cerezas, de las flores, de los pinos. Descubrir que la memoria es un océano y cada sensación puede convertirse en un país entero.

Philippe Delerm 

Cuando 
leo: "aquí hay una
puerta", veo claramente
una puerta. Cuando
leo que "una mano gira
la llave de la cerradura
para abrir la puerta",
veo perfectamente 
una mano, una 
cerradura, una
llave en movimiento. Pero
tengo la nariz encima 
de las cosas que leo, que miro.
Y entonces llega la
imaginación con su 
libertad sin límites a
introducir la perspectiva
y veo mejor.

Eugene Ionesco



             La lectura de un libro prohibido, 
tras una puerta cerrada, en una noche de nieve, es uno
              de los mayores placeres de la vida.    

Lin Yutang    

Un libro autentico nunca es impaciente. Puede aguardar siglos para despertar en sus lectores un eco vivificador. 

Georges Steiner       

Leer es soñar el agua de un oasis en el desierto,
beberla y despertar con otro tipo de sed que ya no está en la boca.

Hafiz

El miedo de la gente a lo que 
un lector pueda hacer entre 
las páginas de un libro es
semejante al temor eterno
que tienen los hombres a
lo que pueden hacer las
mujeres en los lugares
secretos de su cuerpo,
o a los que las brujas
o los alquimistas
puedan hacer en 
la oscuridad,
detrás de las
puertas
cerradas
con 
lla-
ve.


Alberto Manguel



Hay aquellos que, 
mientras leen un libro, 
recuerdan,
comparan,
reviven emociones de otras lecturas anteriores.
La lectura es una de las más delicadas formas de adulterio.

Ezequiel Martínez Estrada.


Leo porque los libros huelen casi todos muy bien                    como a las moscas el dulce
                                     nos atrae la fragancia a cola y papel.

                              Luis Landero

Quienes no leen porque no han encontrado las lecturas que les apasionen, los poemas o las historias que transformen su visión del mundo, son como las personas que nunca se han enamorado. No es falta de cultura o de destreza. Algunos autores sostienen que quien no lee es como quien vive junto al mar y no sabe nadar. O como quien no sabe andar en bicicleta. Pero no, quien no lee con pasión se parece más a alguien que nunca se ha enamorado y ni siquiera sospecha que existe esa dimensión fundamental de la vida. 

Alberto Ruy Sánchez



Los lectores son molestos,
como los enamorados, como los viajeros,                                                                              
porque no se tiene control sobre ellos                    
se escapan.

Michéle Petit

La lectura mantiene al mundo en movimiento.
El Zohar
                                

Cuando un
 lector se duerme
 sobre un libro de poesía y
 el choque de su cabeza sobre
el libro produce un ruido
hueco como un zapato vacío, el
lector nos podrá jurar que es
el sonido del libro. Pero eso
no siempre es culpa
del libro ni de la
poesía.

G. C. Lichtenberg

El pecado de Adán fue no haber leído... y así le fue. La travesura de Dios fue dejarlo suelto en el 
Paraíso
sin un mal libro siquiera, aunque hubiera sido el catecismo.

Luciano G. Egido 

Por imbécil que sea el autor, siempre encuentra un lector que se le parece. 

San Jerónimo.

Un lector que se asoma a un libro no siempre se da cuenta de que se trata de una especie de espejo: cuando se asoma un mono difícilmente verá reflejado a un sabio. 


G. C. Lichtenberg


Leer un libro nos enseña más que cuando hablamos con su autor, porque , en el libro, el autor sólo ha puesto sus mejores pensamientos. 

René Descartes

La televisión me parece muy educativa. Cada vez que alguien la enciende, me retiro a otra habitación y leo un libro. 
 Groucho Marx

Hice un curso de lectura rápida y fui capaz de leerme La guerra y la paz en veinte minutos. Creo que decía algo sobre Rusia. 

Woody Allen

Es absurdo tener una regla rigurosa de lo que debe o no debe leerse.
Más de la mitad de la cultura intelectual moderna es producto de lo que no debería leerse.

Oscar Wilde

Leer nos da el extraño poder de mirar dentro de otra cabezas. Es el más activo el más 
poderoso y el más humilde de los pasatiempos . Permite resucitar a los muertos y 
dar vida a uno o varios seres, a ciertas palabras, a ciertas ideas. Da vida incluso 
a la conciencia. Ésas son algunas de sus cualidades, pero la lectura también tiene 
defectos: el mayor es hacernos perder la estación del metro dónde nos teníamos que bajar.

Sebastien Kent

El que lee mucho y anda mucho,
ve mucho y sabe mucho.

Miguel de Cervantes Saavedra. 

De una palabra a la otra , 
de una frase a la otra,
       el lector crea su pequeña música, 
se crea una versión personal de la historia,
  y de su propia historia.

Michéle Petit.

Un libro, mientras no se lee, es solamente un ser en potencia,
tan en potencia como una bomba que no ha estallado.

María Zambrano.

¿Qué son las palabras acostadas en un libro? ¿Qué son esos símbolos muertos? ¿Qué 
es un libro si no lo abrimos? Nada absolutamente. Es simplemente un cubo de papel 
y cuero, con hojas; pero si lo leemos ocurre algo raro, creo que cambia cada vez. 

Jorge Luis Borges


Un libro escrito pero que no ha sido leído, no existe plenamente. Es un ser sin sangre, vacío, infeliz y que se desvanece pidiendo auxilio para existir. El escritor lo sabe, y cuando publica un libro libera al viento, sobre la masa anónima de hombres y mujeres, una nube de pájaros de papel, de vampiros secos, sedientos de sangre, que vuelan al azar en busca de lectores. 
           En cuanto cae sobre un lector, el libro se alimenta de su calor y de sus sueños. Alcanza su plenitud, florece, se convierte finalmente en lo que es: un mundo imaginario donde se mezclan sin distinción -como los rasgos de los padres en la cara de un niño- las intenciones del escritor y los fantasmas del lector. 
              Después, cuando la lectura terminó, el libro cansado, abandonado por el lector, espera a otro ser vivo para fecundar su imaginación. Y si tiene la suerte de ver realizada así su vocación, pasará de mano en mano, como un gallo monta sucesivamente a un número indefinido de gallinas. 

Michel Tournier

Los lectores son viajeros, circulan sobre las tierras de otra gente, nómadas que cazan furtivamente en los campos que no han escrito. 

Michel de Certeau


Si la lectura de un libro nos toca a fondo, se vuelve parte de un ritual íntimo, alimenta raíces secretas. En sus mejores momentos el lector usa a los libros como una especie de mandalas: objetos rituales cuya forma material y sus palabras nos ayudan a sentir, a pensar, a vivir.

Alberto Ruy Sánchez

Nunca es demasiado pronto para compartir un libro con los niños. 

Si aguardamos a que sepan leer para hacerlo, es como si esperáramos a que él supiera hablar para hablarle. 

Penélope Leach

Descubrí la lectura y su mundo maravilloso tras la voz y el canto femenino, gracias a mi madre y mis hermanas que me iniciaron en el delirio de la poesía, la danza y del canto. Descubrí que no hay lectura profunda sin el placer del cuerpo. 
Pero esto no implica que no hay lectura que no reinvente toda nuestra persona: leer es un sorpresivo acto de creación.
En la escritura y en la lectura en voz alta se mezclan por lo tanto, misteriosamente, lo sagrado y lo profano. 

Amin Zaoui

El narrador incluye a su oyente en el relato mismo, en calidad de futuro protagonista, y le advierte de unos futuros peligros que, por el solo hecho de escuchar, comienza ya a correr. 

Fernando Savater. 



Las palabras sirven para liberar una materia silenciosa, mucho más vasta que las palabras, que cada lector lleva en su interior. 

Nathalie Sarraute. 

El futuro de la lectura depende en gran parte de la capacidad y del deseo que tengan algunos lectores de compartir sus descubrimientos.

Hubert Nyssen

Creo que parte de mi amor a la vida, se lo debo a mi amor a los libros. 

Adolfo Bioy Casares. 

LEER ES VIVIR DOS VECES

Antonio Gamoneda

Leer, leer es vivir la vida que otros soñaron. 

Miguel de Unamuno. 

En cuanto a los motivos personales que me llevan a leer novelas, sólo puedo decir que caben en mí muchas más vidas de la única que tengo, y no se me ocurre otra manera de alcanzarlas.

Pedro Zarraluki

De pronto comprendí... Los libros, la literatura, la lectura se trataba de lo que me sucedía a mí, y cuando lo descubría escrito adquiría un sentido que de otra manera no tenía. Mi propia vida estaba de pronto tan viva como la vida de las páginas que daban cabida en mi mente, Y todo estaba hecho de palabras impresas en los libros. 

 Aidan Chambers

Las pasiones humanas son un misterio, y a los niños les pasa lo mismo que a los mayores. Los que se dejan llevar por ellas no pueden explicárselas, y los que no las han vivido no pueden comprenderlas. Hay hombres que se juegan la vida para subir a una montaña. Nadie, ni siquiera ellos, puede explicar realmente por qué. Otros se arruinan para conquistar el corazón de una persona que no quiere saber nada de ellos. Otros se destruyen a sí mismos por no saber resistir los placeres de la mesa... o de la botella. Algunos pierden cuanto tienen para ganar en un juego de azar, o lo sacrifican todo a una idea fija que jamás podrá realizarse. Unos cuantos creen que sólo serán felices en algún lugar distinto, y recorren el mundo durante toda su vida. Y unos pocos no descansan hasta que consiguen ser poderosos. En resumen: hay tantas pasiones distintas como hombres distintos hay.

La pasión de Bastián Baltasar Bux eran los libros. Quien no haya pasado nunca tardes enteras delante de un libro, con las orejas ardiéndole y el pelo caído por la cara, leyendo y leyendo, olvidado del mundo y sin darse cuenta de que tenía hambre o se estaba quedando helado...

Quien nunca haya leído en secreto a la luz de una linterna, bajo la manta, porque Papá o Mamá o alguna otra persona solícita le ha apagado la luz con el argumento bien intencionado de que tiene que dormir, porque mañana hay que levantarse tempranito...

Quien nunca haya llorado abierta o disimuladamente lágrimas amargas, porque una historia maravillosa acababa y había que decir adiós a personajes con los que había corrido tantas aventuras, a los que quería y admiraba, por los que había temido y rezado, y sin cuya compañía la vida le parecería vacía y sin sentido...

Quien no conozca todo eso por propia experiencia, no podrá comprender probablemente lo que Bastián hizo entonces.

Michael Ende

Quien lee no está haciendo algo, se está haciendo alguien. 

Pedro Lain Entralgo

No se deberían leer sino los libros que nos pican y nos muerden. Si el libro que leemos no nos despierta con un puñetazo, ¿para que leerlo?

 Franz Kafka




sábado, 10 de enero de 2015

LEER 2

POR ALBERTO MANGUEL 

(...)
Los libros que leímos de niños cambian con nosotros. No sólo las sobrecubiertas se desgarran, las cubiertas se ajan, el papel se vuelve amarillo, la tinta empalidece: las palabras mudan de sentido, los detalles se multiplican, los personajes se hacen más complejos, la acción cambia de rumbo. Los libros de nuestra infancia son más fieles a nosotros, sus lectores, que a aquellos que los han creado.
(...)

(...)
Como lectores, nuestro poder es aterrador e inapelable. No nos enternecen ni las suplicas de los críticos, ni las lagrimas de los autores que nos han precedido. Implacables, a través de los siglos, juzgamos y volvemos a juzgar los libros que ya se creían a salvo. Por puras razones de gusto, en el paraíso de la lectura, Cervantes ocupa el mismo lugar que Martorell y Galba han perdido, a pesar del mismo juicio de Cervantes. ¿Nuestros abuelos adoraban a Anatole France y a Mazo de la Roche? A nosotros no nos gustan, al diablo con ellos. ¿Melville fue despreciado y Kafka vendía apenas unos pocos ejemplares? Hoy Melville está sentado a la diestra de Dante y una primera edición de La Metamorfosis vale una pequeña fortuna. Si debemos justificarnos, inventa,os razones estéticas, culturales, filológicas, históricas, filosóficas, morales. Pero la verdad es, que casi todos nuestros juicios son refutables fuera del campo hedonista.
(...)


(...) ¿Qué son las bibliotecas sino archivos de nuestros gustos, museos de nuestros caprichos, catálogos de nuestros placeres? (...)

(...)
Intimidad solitaria y compartida. La lectura nos ofrece también el poder de la inteligencia. ¿Qué otro arte nos permite pensar con Pascal, razonar con Montaigne, meditar con Unamuno, seguir los vericuetos de la mente de Vila-Matas o de Sebald? No se trata de convencerse con argumentos ajenos, lo que se ha llamado "terrorismo intelectual". Se trata de ser invitados a un momento de reflexión, de convertirnos en testigos de la creación de una idea. Se trata de escuchar y pensar. El resultado puede o no ser compartido; poco importa, ya que el recorrido intelectual no prevé ni conclusión ni destino preciso. Cerramos ciertos libros y nos sentimos más inteligentes, resultado que el autor nunca puede prever. "El arte alcanza una meta que nos es la suya", escribió Benjamin Constant hace más de un siglo. Lo mismo puede decirse de la lectura.

El placer de la inteligencia significa al menos dos cosas: disfrutar del uso de la razón y disfrutar del reconocimiento del mundo. Es banal recordar que la lectura nos lleva a regiones insospechadas; menos banal es recordar que nos hace ciudadanos de tales regiones. Para un lector, todo libro es un museo del Universo y, a veces, del Universo mismo. (...) Hay un cuento (ya no sé quién lo escribió) en el que el hombre leyendo las aventuras de otro que se pierde en el desierto, muere de hambre y de sed en su cama, rodeado de comida y bebida. De forma algo más moderada, todo lector conoce el placer de habitar un mundo creado por otros, de ser su explorador y su cartógrafo.

Un autentico explorador goza de lo que encuentra, sea bueno o malo; un lector también.
(...)